En una primera aproximación podemos decir que los jóvenes somos, para la mayoría de los “grandes”, un mundo extraño. Los jóvenes para ellos son otros, son diferentes, son peligrosos, son anormales.
Pensar en la adolescencia nos hace observar una etapa de la vida marcada por fuertes transformaciones, es un momento de cambio entre la infancia y la adultez. Es así como la subjetividad adolescente se manifiesta mediante un torbellino de afectos y pulsiones, sentimientos de nostalgia por la pérdida de la niñez, angustias por lo nuevo, emociones o sentimientos opuestos por crecer. Nosotros enfrentamos el desafío de incorporarnos al mundo adulto, de hacernos un espacio en medio de la diversidad de lo real.
Las relaciones que mantenemos con nuestros compañeros contribuyen a moldear nuestra personalidad, ya que cada joven busca personas afines a sus preferencias y forma de ver las cosas.
¿Qué tal si todos fuéramos iguales? Seriamos una masa sin diversión… pero algunos grupos de personas se han ido desviando de la sociedad actual.
Las culturas llevan a un gran movimiento juvenil, para estas culturas tiene mucho que ver su exterior: por moda o por mostrar repugnancia ante una sociedad, algunos se hacen llamar emos, punk, góticos o cumbieros.
A pesar de todo esto, algunos llaman al espíritu juvenil “la posibilidad de construir sueños y utopías”. Nosotros estamos construyendo nuestros sueños y soñamos con una sociedad ideal.
Pensar en la adolescencia nos hace observar una etapa de la vida marcada por fuertes transformaciones, es un momento de cambio entre la infancia y la adultez. Es así como la subjetividad adolescente se manifiesta mediante un torbellino de afectos y pulsiones, sentimientos de nostalgia por la pérdida de la niñez, angustias por lo nuevo, emociones o sentimientos opuestos por crecer. Nosotros enfrentamos el desafío de incorporarnos al mundo adulto, de hacernos un espacio en medio de la diversidad de lo real.
Las relaciones que mantenemos con nuestros compañeros contribuyen a moldear nuestra personalidad, ya que cada joven busca personas afines a sus preferencias y forma de ver las cosas.
¿Qué tal si todos fuéramos iguales? Seriamos una masa sin diversión… pero algunos grupos de personas se han ido desviando de la sociedad actual.
Las culturas llevan a un gran movimiento juvenil, para estas culturas tiene mucho que ver su exterior: por moda o por mostrar repugnancia ante una sociedad, algunos se hacen llamar emos, punk, góticos o cumbieros.
A pesar de todo esto, algunos llaman al espíritu juvenil “la posibilidad de construir sueños y utopías”. Nosotros estamos construyendo nuestros sueños y soñamos con una sociedad ideal.
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